martes, 27 de abril de 2010

TRABAJO: CASTIGO Y DIGNIFICACION.-

PEDRO DÍAZ ROJAS
LA SERENA
27 de Abril de 2010

"Se puede aseverar, casi con certeza, que en los tiempos pretéritos aquellos que trabajaban enterrados en las minas, en las canteras, remando en las galeras, arrastrando los enormes bloques para construir las pirámides, sembrando y cultivando el algodón o en varias otras actividades en los distintos continentes, los llevaban a pensar diariamente, tal como lo dice un tema musical, que"el trabajo lo hizo Dios como castigo".

Tuvieron que transcurrir muchos años y siglos para que hombres y mujeres de todos los países acuñaran otra frase que borrase de sus mentes lo anotado precedentemente para llegar a decir, con no disimulado contento, que el" trabajo dignifica al hombre(y a la mujer"),todo esto después de que la justicia se fuera asentando graníticamente y el trabajo adquiriese otra dimensión que permitió que en las caras curtidas de hombres y mujeres se dibujase tibiamente una sonrisa aguijoneada por pequeños salarios que por lo menos permitían alimentar medianamente a sus hijos, como también entregarles una educación que en estos tiempos aún muestra debilidades que se acentúan en grandes sectores de la humanidad.

En nuestro Chile, estas débiles sonrisas que afloran en hombres y mujeres de la fábrica, de la minería del carbón, del cobre, del oro, de la plata y del fierro, del comercio, de las casas particulares, del intranquilo mar, de las escuelas, del campo, etc, se deben a las gloriosas jornadas en la pampa nortina y en pequeñas y grandes ciudades que vieron pasar por sus calles y alamedas las banderas desplegadas sostenidas por robustos y gráciles brazos que llevó a que cristalizarse un trato más justo y digno por parte de los gobiernos de turno y de los empleadores privados.

No debemos desconocer que en los oscuros años de la dictadura que se inició en 1973, en nuestro país se trizaron los logros laborales conquistados tras muchas gotas de lágrimas y sangre pero de alguna forma aceptadas posteriormente por los gobiernos democráticos presionados por la unidad y organización férrea mostrada por los(as)trabajadores(as) que transitan hoy con dignidad por los senderos que los han de conducir orgullosos hacia el Bicentenario de la patria.

Mirando retrospectivamente nuestra historia cuesta creer que la constitución de 1980 no se haya modificado en estos 20 años desde la recuperación de la democracia, sorprendiéndonos, por ejemplo, el artículo 16 que se refiere a la "Libertad del Trabajo y su Protección Social",y que establece:"no podrán declararse en huelga los funcionarios del Estado ni de las Municipalidades".Que gran contradicción entre ese rimbombante título y su contenido. Pero eso no fue freno para que las marchas de trabajadores(as) junto a estudiantes condujesen al logro de las conquistas que han puesto el sello de su dignificación.

El actual gobierno ha prometido buenas relaciones con las organizaciones gremiales y sindicales, produciéndose en días pasados algo que nunca antes había acontecido, como es que un presidente de la república asistiese a una asamblea de la ANEF, por ejemplo, por lo que no nos atrevemos a dudar del cumplimiento y/o aceptación por parte de las autoridades de lo peticionado en el futuro. Pero también, el parlamento tiene que decir su palabra para que estas legítimas aspiraciones enmarcadas en mejores sueldos y salarios, jubilaciones dignas, derecho a la salud, educación, vivienda y, recreación se traduzcan en leyes dejando atrás las rencillas y discursos sin contenido.

Como se ha repetido incansablemente, nada de lo que han obtenido obreros y empleados, hombres y mujeres, ha sido gratis. Cuando estamos a las puertas de conmemorar un nuevo "Día Internacional del Trabajo" no dudamos que se ratificará con más fuerza que el trabajo es un derecho que dignifica al ser humano, pero para ello, deben existir buenos empleadores.

PEDRO DIAZ ROJAS

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