martes, 17 de noviembre de 2009

No sólo Poncio Pilato se lavo las manos


Jorge Bustos
Presidente Congemar
Noviembre 2009

En carta simple (una simple carta), el fiscal adjunto de Valparaíso, Claudio Uribe Hernández me notificó que ha desestimado la denuncia que se hiciese, por la modificación del Plan Regulador Intercomunal de Valparaíso, publicado el 21 de diciembre del 2004 en el Diario Oficial. En la resolución plantea que las acciones desarrolladas por los organismos competentes y los hechos denunciados no constituyen delito penal, sino más bien, se trata un asunto de carácter administrativo y de presuntos “vicios”. Clarifica que de acuerdo al Art. 3º de la Ley 19.880 los actos administrativos “gozan de una presunción de legalidad”. Aunque, al final, agrega: “cualquier administrado, que tenga interés directo en la controversia, podrá pedir la invalidación de dicho acto administrativo, ante un tribunal civil con asiento en la Corte que correspondiese”.

Entiendo que el fondo del tema no es sólo legal. Tiene que ver con cosas como la declaratoria de Ciudad Patrimonial de la Cultura; el Puerto; el encanto de una ciudad de cerros y vericuetos. En fin, es ese algo que identifica al porteño, que posibilita que cualquier foto de Valparaíso sea de inmediato admirada.

Hay fuertes embates desde fuera de Pancho, para destruir la ciudad. Por ejemplo, hoy se afirma que los porteños somos “guachacas”; que esa es nuestra cultura, nuestra identidad, para mi esa es una ofensa odiosa de la seudo intelectualidad, “shantiaguina”.
La verdad es que la identidad porteña está anclada en muchos hechos e íntimamente ligada, a la actividad económica primaria, es decir a la Industria Portuaria y al asentamiento de la Flota de la Marina Chilena, en el paralelo 33. Esa particularidad se desarrolló y perduro producto de la abundancia económica ligada a la industria y comercio, que permitía el uso de los maravillosos espacios públicos.

Cuando hacemos lo que debemos, por defender “lo nuestro”, nos oponemos a los intentos inmobiliarios de crear una Miami artificial. Defendemos lo nuestro cuando exigimos conservar esa identidad ligada al trabajo, con tiempos de descanso merecido y la justa paga por las riquezas producidas.

No descansaremos, en la defensa y potenciación de nuestra fuente laboral, por una mejor calidad de vida, no nos oponemos al desarrollo, ni a los avances tecnológicos. Nos oponemos a la transformación de nuestra ciudad, en algo extraño que no nos representa.

Relacionado http://www.elmundo.es/especiales/2006/04/espana/corrupcion_marbella/index.html

JB.

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