viernes, 7 de octubre de 2011

PRIMAVERA COLORIDA ; OTRA DESTEÑIDA

PEDRO DÍAZ ROJAS

LA SERENA

"Cuando ya han transcurrido algunos días del inicio de la primavera, apreciamos que no todas las flores traen los colores deseados. Algunas son negras, quizás en concordancia con los problemas sin solución que atormentan a quienes vivimos en este suelo".

Son los anhelos de la inmensa mayoría de los chilenos, que, al igual que el desierto florido, las flores multicolores estuviesen esparcidas por los suelos de Chile presagiando la alegría que anhela el pueblo chileno al ver cristalizados sus problemas tan sensibles con los que le toca convivir a cada ciudadano, como son ,una educación con calidad, equidad y alejada del lucro, una salud al alcance de todos, una seguridad plena en nuestros barrios, un ambiente exento de depredación, un actuar más diáfano de los actores políticos, un adulto mayor contento con sus das más dignos, y porqué no decirlo e insistir, los anhelos de un país por ser dueño de sus riquezas naturales.

Al mirar a lontananza apreciamos sólo un desierto donde las flores primaverales se resisten a emerger a la superficie para no encontrarse con los pies de ese alcalde que las aplastaría como en los tristes años de la dictadura, o quizás languidecerían de pena al ver a jóvenes estudiantes sumidos en sus huelgas de hambre al no encontrar solución a sus justas demandas..

Son múltiples los sinsabores que enfrentarían estas flores primaverales en nuestro país las que se niegan a abrir sus pétalos y esparcir sus aromas; por el contrario, vemos una primavera sombría, llena de ruidos y humo de las bombas lacrimógenas cubriendo de un tono grisáceo el aire de avenidas y plazas por donde marchan los jóvenes en demanda de una primavera que conlleve la alegría para todos.

Este panorama que enfrentamos en la hora presente no da visos de mejorar mientras la letra chica, las promesas incumplidas y las mentiras repetitivas no sean eliminadas de los senderos y campos de la patria para dar paso a un transitar seguro y confiado de la ciudadanía toda donde podamos apreciar, como en tiempos pretéritos, ese tinte que imprime alegría a los espíritus y corazones de niños, jóvenes y adultos.

Cada flor que anhelamos ver aparecer en los valles y desiertos la quisiéramos impregnada de los aromas y colores que contagie de alegría a cada habitante de Chile para poder apreciar que los múltiples sinsabores que golpean sus mentes y cuerpos sean mitigados y eliminados del diario vivir, dando paso a un mundo con justicia plena cual primavera lozana como la queremos en forma perenne, con el tinte y la luz que nos deben acompañar permanentemente.

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