Por si tuvieses alguna duda no te estoy hablando de Diógenes de Enanda, sino de Diógenes de Sinope, ese que vivía en un ánfora visto que los toneles los inventaron los galos muchos siglos más tarde.
Tú ya sabes, el tipo que confrontado a Alejandro Magno que le ofrecía lo que quisiera, le respondió que se fuera al peo y que se hiciera a un lado porque le estaba tapando el sol. Un chato apañao el tal Diógenes, que sabía la diferencia que hay entre lo imprescindible y lo descartable.
Diógenes el Cínico (filosóficamente hablando…) recuerda la frase que se le atribuye a San Francisco de Asís: “Yo necesito poco, y lo poco que necesito, lo necesito poco.”
El santo, de origen acomodado, renunció a una vida de patachón y vivió modestamente predicando la pobreza y un modo de vida sencillo que hace pensar en el hedonismo un pelín monacal de Epicuro.
Ninguno de estos tigres figuraría entre los famosillos del tiempo presente. Ahora el mangar se ha transformado en deporte olímpico, y para más inri “es legal” como dice Michael Douglas en la aburrida peli “Wall Street: el dinero nunca duerme”.
Si te diese por ponerte escéptico, dale una miradita a lo que ocurre con Sepp Blatter, el padrino del futbol mundial.
Que la FIFA es un antro de mafiosos es un secreto a voces. A tal punto que hay quién está tocando el pito, que es lo menos que se puede hacer en estos casos.
El deporte ya no cuenta, de lo que se trata es del vil billete. En esas materias Sepp Blatter es un astro: la toca, la peina, la levanta, la esconde, la coloca, la pisa. El tipo es número puesto en cualquier equipo. Amo de las pelotas, no tiene nada de boludo. Para hacerse elegir y reelegir cuantas veces haga falta, no duda en usar de las influencias y el poder que entregan los vastos presupuestos de la FIFA.
Y lo peor es que no transpira como el Xavi, el Iniesta o el Messi de los cojones: suele asistir a los partidos desde una marquesina privada, con aire acondicionado, camareras y champán a voluntad, y la maquinita de contar billetes firmemente anclada a su vera. Los regentes del deporte olímpico andan en las mismas, con la diferencia que los pillaron antes.
Para qué hablar de quienes destruyen el ciclismo mundial desde la UCI. Estos líeres nunca vieron llegar el dopaje, jamás oyeron hablar del EPO y el “pot belge” no figura entre sus preocupaciones mayores. Los bien llamados “forzados de la ruta” se maman miles de kilómetros a un promedio de 60 km/h, -incluso cuesta arriba-, y la UCI pretende que solo toman agüita clara. Debe ser agua bendita, porque vuelan… Menos mal, decía Coluche, porque de otro modo, partiendo a primeros de julio, llegarían a fines de año y ese no es negocio.
En fin, que el deporte se puso a imitar a la comunidad financiera, a los economistas académicos y a otros rufianes. Esto ya se sabía y servidor te lo había contado en un par de ocasiones: los economistas más distinguidos del planeta se dejaron corromper por el dinero de Wall Street y desde hace décadas escriben y hablan solo para justificar lo que le vaya bien al mundo de las finanzas.
Cada vez que leas las páginas de “negocios” en la prensa, o veas la secuencia “Mercados” en la TV, recuerda que los “expertos” que vienen a contar chascarros son simples charlatanes a sueldo.
Glenn Hubbard, decano de Columbia, que fue jefe del consejo económico durante la Administración de George W. Bush, recibió 100.000 dólares por testificar a favor de los gestores de los fondos de Bearn Stearn, acusados de fraude. También realizó un informe para Goldman Sachs en 2004 en el que alababa los productos derivados y la cadena de titulización hipotecaria argumentando que mejoran la estabilidad financiera. Interrogado en cuanto a si esos trabajos constituyen un conflicto de interés con relación a su actividad docente, su respuesta fue un lacónico "no".
Martin Feldstein, profesor de Economía en Harvard y asesor de Ronald Reagan, fue un importante arquitecto de la desregulación financiera y estuvo sentado en el consejo de AIG. Laura Tyson, profesora de la Universidad de California (Berkeley) formó parte del Directorio de Morgan Stanley tras dejar la presidencia del Consejo Económico Nacional durante el Gobierno de Bill Clinton. Ruth Simmons, presidente de la Universidad de Brown, es directiva de Goldman Sachs. Larry Summers, que impulsó la desregulación en el mercado de derivados desde el gobierno de los EEUU, es presidente de Harvard, un puesto que no le ha impedido ganar millones de dólares asesorando a varios hedge funds (fondos especulativos).
Frederic Mishkin, que volvió a dar clases en Columbia tras trabajar en la Reserva Federal de EE UU, recibió 124 mil dólares en el 2006 por un informe financiado por la Cámara de Comercio Islandesa alabando la fortaleza de la economía de este país. ¿Cómo no pensar en Diógenes de Sinope? Se cuenta que un amigo vino a verle y le dijo: “Diógenes: si no criticases tanto al Emperador no tendrías que comer tantas lentejas…” Diógenes ni se inmutó y le respondió: “Y tú, si te habituases a comer lentejas, no tendrías que lamerle el culo al emperador”.
Diógenes, ¡despierta! Se volvieron todos locos…
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Louis Casado
Editor de "Politika"
http://www.laizquierda.cl/
“La Izquierda designa a quienes no admiten ningún derecho a veto por sobre la voluntad del pueblo soberano”.
louis.casado@gmail.com
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