jueves, 2 de junio de 2011

“LAS REVOLUCIONES ÁRABES NO SON SINO GOLPES DE ESTADO MAQUILLADOS”

“La Tribune” – París – Entrevista a Eric Denécé - 01/06/2011


(traducción del francés de Luis Casado)

De regreso de una misión de estudio en Túnez, Egipto y Libia, Eric Denécé, Director del Centro francés de investigación sobre inteligencia (Cf2R), ex espía, entrega una lectura matizada de los acontecimientos de principios de año. Sin negar las aspiraciones de la población, relativiza la amplitud del cambio en los equipos dirigentes. Un preludio a grandes decepciones.

¿Qué lectura hace Ud. de “la primavera árabe”?

ED: Hay en esos países una real aspiración a más libertad, pero no necesariamente a más democracia. Por otra parte no creo en la espontaneidad de estas “revoluciones” que estaban siendo preparadas desde hace varios años. A partir de 2007-2008, conferencias organizadas bajo la égida de ONGs estadounidenses como Freedom House, el International Institute o Canvas, y en las que participaron la mayor parte de los blogueros y líderes de estos movimientos, instilaron el germen de la democracia creando un contexto favorable a las revoluciones. El proceso era el mismo que el que precedió el desmantelamiento de la URSS, la revolución serbia, la revolución naranja en Ucrania, o la de las Rosas en Georgia.

¿Pero porqué estallaron en el 2011?

ED: Regularmente se producen manifestaciones populares o estudiantiles en los países árabes, pero siempre son reprimidas por el ejército y la policía. Por primera vez el ejército se desolidarizó de la policía rehusando reprimir los levantamientos en Túnez y en Egipto, y los movimientos fueron observados por la prensa internacional. Pero sobre todo, en la semana que precedió los acontecimientos, los más altos representantes de los ejércitos de Túnez y de Egipto fueron a Washington, que cubre lo esencial del financiamiento del ejército, para obtener la luz verde de los EEUU para la deposición de los dirigentes. Ya no soportaban las depredaciones de los clanes que estaban en el poder.

¿Estas revueltas serían entonces golpes de Estado que se disfrazan de movimientos democráticos espontáneos? Sin embargo los manifestantes de la plaza Tahrir no parecían estar manipulados…

ED: ¿Está tan seguro? Sin embargo es sorprendente que en estos países en el que existe un militantismo islamista y un claro sentimiento anti-israelita, no apareció ningún slogan anti-Israel durante las manifestaciones. Es un índice de una “revolución” seriamente controlada. En cuanto a “los nuevos dirigentes” del Cairo, incluyen a los jefes de Estado Mayor del ejército así como el ex jefe de los servicios secretos, y se comprometieron inmediatamente a respetar los acuerdos internacionales, en particular los acuerdos de Camp David a los cuales es hostil una gran parte de la población.

¿Y en Túnez?

ED: El cabreo ante la avidez del clan Trabelsi era muy profundo y tocaba al conjunto de la población confrontada a crecientes dificultades económicas, hasta a los empresarios, muchos de los cuales debían “cederle” partes enteras de sus negocios para poder estar tranquilos. Es por eso que las manifestaciones se produjeron en todas las ciudades del país. Allí la revuelta fue más popular y más profunda que en Egipto, en donde los acontecimientos se limitaron, por lo esencial, a la plaza Tahrir.

Pero como en el Cairo, el nuevo gobierno de Túnez incluye a colaboradores del ex presidente Ben Alí. En los dos casos todo ocurrió como si las generaciones jóvenes hubiesen decidido “hacer saltar el tapón” que impedía su acceso al poder, sin cambiar fundamentalmente el sistema o el régimen.

La inminencia de un golpe de Estado militar era evocada desde hace dieciocho meses en Túnez. De ahí que no sea apropiado hablar de « revolución ». Irán en 1979, y la URSS en 1991, conocieron verdaderas revoluciones. Allí todo cambió: los hombres, las instituciones, las relaciones internas, las relaciones internacionales, etc.

Nada parecido en los recientes acontecimientos. Se trata de la renovación de las clases dirigentes que organizaron golpes de Estado “suaves” con el acuerdo de Washington, aprovechando una ola de protesta popular que explotaron inteligentemente.

De ese modo su llegada al poder se beneficia en el exterior de una gran legitimidad y da la sensación de una ruptura profunda con el régimen precedente. La situación real es muy diferente. Por otra parte, para Washington es un “cambio en la continuidad” que modifica poco los equilibrios regionales, lo que es sorprendente tratándose de “revoluciones”.

Washington estimula y apoya los ejércitos de África del Norte y del Medio Oriente para que evolucionen hacia un rol “a la turca”: es decir que no ocupan el poder, -salvo caso de fuerza mayor-, pero son las garantes de la estabilidad del país contra el islamismo, contribuyen a la estabilidad regional y no manifiestan ninguna hostilidad real hacia Israel.

¿Cómo interpreta Ud. la situación actual?

Hay muchos problemas que pueden surgir: un foso inédito surgió en los dos países entre el ejército, que sale engrandecido de los acontecimientos, y la policía que durante mucho tiempo se ocupó de la represión de los manifestantes. Las fuerzas del orden, -sobre todo en Túnez-, salieron de eso profundamente desorganizadas. Se podría constatar un recrudecimiento de la criminalidad que afectaría el equilibrio interno. En fin, una parte de la población se dará cuenta muy rápidamente que la engañaron. De lo cual podrían surgir choques y el renacimiento de la revuelta. Ya vemos tal vez algunos signos anunciadores en las manifestaciones populares que parecen renacer aquí y allí. Por el momento los islamistas han sido discretos. Pero… ¿hasta cuándo?

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